lunes, 30 de abril de 2012

El pequeño de la quinta





Por: Carlos Cáceda     

Reja con vista a la calle, de pisos rajados como si un remezón de la tierra hubiera sucedido ahí, paredes ladrilladas de un color amarillo apagado, techos con cables pelados, que en tiempos de lluvias votaban sus chispas, de luz y cable mágico, pasadizos con salidas a un mundo de puertas dándole vida a los callejones que en tiempos pasados fueron chacras y tumbas, ahora habitan más de 60 familias en ese espacio de 200 m2.

Un niño de solo cuatro años con el cabello de la forma de una coliflor, del tamaño de un pigmeo, piernas y brazos cortos pero útiles para poder patear una pelota de playa que se la regalaron por el carisma que el niño plasmaba, así dice su madre. Con un conjunto, short y vvd del color de la banana y unas sandalias ardillita color blanco era lo que vestía al niño de cabeza algo inflada para algunas personas.

La pelota regalada por una señora de aproximadamente 55 años, Ana ‘la cubana’, era de una marca de crema para la protección de la piel, Nivea. La foto captada por la unas de las más fieles fans de este ‘jovencito’ – su abuelita- fue de una cámara kodak en los años 90 era la que retrató este momento el cual es difícil de olvidar. 

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