lunes, 30 de abril de 2012




Mi infancia grande


Por: Miguel Hernández Alegre

En aquella foto salgo con la persona más importante de mi vida, después de mi madre por supuesto. Mi abuela, que por esos días solía llamarla “Mamá Viejita”. Era uno de últimos nietos que vivía con ella, entonces siempre me engrió y me engríe. Cada vez que alguien me decía algo, ella yo me escudaba en ella, que por supuesto siempre me defendía.

Aquella pared de fondo media rustica, era la de mi sala. Ahí se festejaban todas las fiestas familiares y como yo no podía  ser la excepción, mi cumple también por supuesto.  Mi abuela es una de esas personas religiosas y muy creyentes a la religión católica; entonces mi casa no podía faltar la figura de Jesús, Dios, la última cena, la imagen de algún santo, etc. 

Se puede apreciar una torta. Mi cumple “cumple” número 3. No es como hoy en día que todas las fotos son con una cámara digital. Esta foto fue sacada con una a rollos, de esas que están hoy en día la mayoría están en los museos y no en las casas. En esos cumples a uno lo disfrazaban de todos: marinero, galán, policía, etc. etc. Yo no podía ser la excepción en ese entonces uno sólo acataba las reglas de los adultos y éramos todos felices.

Todavía recuerdo aquel callejón de un solo caño que era la entra de mí casa,  aquel de mi infancia por el cual cada vez que corría llevaba una sonrisa en el rostro. Seguramente esa misma sonrisa que lleva cualquier niño cuando la  disfrutó. Esa entrada  a la casa era espectacular. Una puerta de  madera, era la entrada. De esas antiguas que parecía para las cantinas del viejo oeste, un poco más alta y mucho más rustica por supuesto.

Nací y me crecí en lugar humilde, pero acogedor, con toda la mi familia y cuando digo con toda con toda. ¡Es con toda!. Si algún de mis tíos se casaba, se iba vivir a la casa de su esposa y si alguna de mis tías se casaba su esposo venía  vivir a casa. Así la familia era cada vez más grande. 

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