lunes, 30 de abril de 2012

La contraluz de mis recuerdos


Por: Rodolfo Huamán


Ahora solo queda acordarme de aquellos  viejos momentos futbolísticos tatuados en mi piel registrado por una fotografía antigua. Tenía apenas 9 años, pero ya sabía lo que era salir campeón a nivel nacional, lo que era derrotar a equipos con jerarquía de mayor peso y estatura. Solo recuerdo aquel momento cuando sentí nervios cuando escuché mi nombre para recoger mi medalla por los jueces.

En esos tiempos jugaba con unos “chimpunes” umbro blancos que parecía estar hechos a mi medida, o por lo menos me sentía un jugador completo e imaginarme por un rato como Oliver Atom o Steve Hyuga de los “Super Campeones”.  En dicho campeonato anoté un gol pasando la media cancha, fue un bonito gol que lo recuerdo como si fuera sido ayer. Era el típico “6” antiguo que recuperaba pelotas y habilitaba a mis compañeros, con un temperamento muy enérgico en el césped. Todo un líder, pero no me bastaba para que me pongan la cinta de capitán.

No tenía obligación por tener el mejor físico, solo le importaba que deje la vida en la cancha y que mate (literalmente) por el club. Aún recuerdo esas rodillas raspadas por la tierra, las medias que salían limpias de casa pero regresaban sucias. Las palabras de mis padres que me daban aliento antes de ingresar al campo y de la infaltable cruz de metal que llevaba a todos lados.

Ya pasó mucho tiempo desde esa vez que salí campeón, ahora el cuerpo ya no es el mismo de antes, más parezco más un robot en el campo que solo puede girar 180° en el verde, se acabó las glorias que conseguí en el pasado, ahora solo me queda una fotografía que me hace retroceder en el tiempo donde solo tenía 9 años, yo no quise crecer pero el destino se encargó de eso.

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