Andrea Vela Benavides
Desde muy temprano salió el sol. Los rayos caían intensamente sobre los suelos de La Victoria. Todo hacía presagiar un triunfo. Y es que en mi barrio querido se iba a jugar el partido más esperado del 2006. Mi Universitario se enfrentaría al equipo blanquiazul, ese que me causa dolor de cabeza cada vez que lo escucho.
Esta vez me tocaba alentar desde las tribunas. Era la primera vez que acudía al estadio. Desde que me levanté todo jugaba a favor mío: me invitaron a desayunar, almorzar y me regalaron la entrada a la tribuna de oriente, así que el postrecito tenía que ser la victoria merengue.
Ese día me puse la camiseta merengue y una vincha con la frase ‘garra crema’ que mi hermano me había regalado unas semanas atrás. Estaba emocionada, porque uno de mis sueños, de ese entonces, era ver a la ‘U’ desde la tribuna y se iba a cumplir.
Ya en el estadio con las graderías llenas sentí una adrenalina diferente. Salté, canté y alenté como nunca. Mi equipo pisaba el terreno de un estadio que no me gustaba para nada, pero no importaba, pues yo fui solo por la ‘U’.
Comenzó el compromiso y todo no empezaba como lo esperaba, Alianza Lima dominaba el encuentro. La primera mitad, así me cueste aceptarlo fue blanquiazul. Lamentablemente para mí y para toda la fanaticada merengue el gol ‘grone’ se veía venir.
Mi sueños se derrumbaron en el segundo tiempo, el gol del chileno Martel quebró mi corazón. Fue como recibir una puñalada.
Todo se vino abajo. Ya no quería alentar. Dejé de saltar y comencé hacer puños por la derrota. El postrecito que tenía que ser la victoria se convirtió en trago amargo, ese que acostumbran a beber aquellos que andan por las esquinas de mi barrio querido.
La 'U' perdió ese día 1-0, y mi primera vez en el estadio no fue como lo esperaba. Nunca olvidaré esa tarde del 2006. La derrota nubló el clima espléndido que vivía la Victoria.
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