Crónica de Machu
Picchu
íbamos camino a Cuzco. Tenía 15 años y recuerdo
que primero pasamos por el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez,
luego tomamos el avión y en el transcurso del viaje hubo bastante
turbulencia, uno que otro se asustó, a mi solo se me taparon los oídos. Digamos
que la llegada fue un poco agitada. Instalados en la ciudad imperial nos
fuimos a visitar la plaza armas y sus catedrales renacentistas. Yo tenía una
gran expectativa porque sabía que al día siguiente conocería Machu Picchu,
esa era nuestra meta.
Pasaron
las horas muy rápido y cuando me di cuenta estaba la
ciudad de Aguas Calientes ,era como estar encerrados entre
altas montañas verdes y así nos enrumbamos en la aventura hacia
la ciudadela inca , no sin antes probar esos deliciosos
chicharrones con papa y como olvidarme de ese queso con choclo y su
pancito serrano altamente nutritivo y es que era básico comer antes de
partir, puesto que la subida sería agotadora.
Entones
compramos unas botellas de agua y unos palos para apoyarnos y empezamos a
caminar. Siguiéndoles los pasos a algunos guías adentrándonos
poco a poco a la selva, pasábamos por túneles de tren, por riachuelos y siempre
estábamos a la expectativa de que no pase alguno de esos trenes. Fue una
caminata de 35 minutos aproximadamente antes de llegar a la subida.
La
subida empinada no fue nada fácil, en un momento teníamos que cogernos de las
ramas y de la misma vegetación para no resbalar y darnos impulso. En ocasiones
nos encontrábamos con lugares señalizados donde se puede descansar y
tomar aliento, sin embargo cuando creímos recobrar fuerzas, fue que
empezó a llover y se complico un poco todo.
Aun
así seguimos contra todo pronóstico la caminata. Hubo uno que otro susto por
algunos resbalones, pero no llegó a mayores. Por momentos nos cruzábamos con
personajes vestidos de incas; eran los pobladores que en una forma artística en
busca de colaboración, gritaban: “One dollar please, One dollar” a los
buses que venían descendiendo lleno de turistas. Fue así que lo logramos.
Ya a punto de ingresar, tuvimos que comprar un plástico impermeable
porque no paraba de llover.
Aunque
no pude contemplar muy bien el paisaje por las nubes y la lluvia, pude sentir
que estaba en un lugar lleno de energía, poderoso, estar a esa altura pisando
las nubes fue maravilloso. Siempre con la compañía de mi padre quien tomó la
foto donde salgo junto al Intihuatana donde dice la historia que lo
utilizaban para amarrar al Sol ya que era su padre y su Dios y no querían que
se fuera; También hay
quienes dicen que el Intihuatana era un reloj solar que el tiempo y las
estaciones del año se calculaban de acuerdo a las sombras proyectadas por el
sol, al posar sus rayos sobre la escultura de granito.
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