UNA
COMPLEJA TARDE DE FÚTBOL
Por: Renato Sifuentes Gonzales
Una tarde de
otoño, el sol se reusaba a dejar las tardes de Mayo, estaba en inicial de 5
años. Sonó la tan ansiada campana de
salida, todos en el aula formamos en fila para encontrarnos con nuestros padres
en el portón de aquella escuela inicial. Me esperaba mi mamá y mi tía, para ir
a almorzar y comer una rica causa al paso, en el puesto de la señora ´Dora´.
Luego de
almorzar en casa llegó Renzo, mi primo y mejor amigo, con su pelota para ir a
jugar como siempre todas las tardes en las calles de nuestro barrio, me cambié
rápido y salimos a jugar. Mi abuelo llegaba recién del trabajo y nos propuso ir
al ´complejo´ una cancha de gras natural, que combina lo verde de un estadio de
pueblo y las vacas tras el arco, que comen el pasto crecido. Ubicada a las
afueras de Supe Pueblo. Nos entusiasmó la idea, vamos dijimos.
Subimos en su
carro, un Nissan Sunny del 90´, luego de 5 minutos llegamos al campo, allí
jugamos un partido 2 contra 2 con otros niños los cuales eran un poco más
grandes que Renzo y yo, incluso un niño del equipo contrario cayó tras un
amague de Renzo, en un pequeño bulto color marrón (desperdicios fecales de una
vaca) me dio mucha risa y a la vez asco jajaja…
luego de 40 minutos de juego gamos 5 a 3 en una gran tarde de fútbol.
Terminamos
exhaustos, mi primo con su camiseta de la selección peruana sucia y yo con la
de Universitario, pasamos una excelente tarde deportiva, llena de goles, caídas,
patadas y celebraciones. Llegamos a casa y mi mamá nos esperó con una gran
cena, chicharrón de gallo con un caldo de gallina que me hizo dormir como oso,
hasta el otro día para ir a la escuela.
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