Recuerdo cuando cada fin de semana, mi familia y yo nos íbamos a las cancha de Fertiza, cerca de ventanilla para ver jugar a Joao, mi hermano mayor. Jugaba en Cantolao, uno de los mejores equipos juveniles con grandes jugadores como Jair Céspedes, José Corcuera, Luis “Manzanita” Hernández, Ryan Salazar, entre otros.
Debo aclarar que iba más por una salida familiar que por interés deportivo. Pasaba más tiempo en los juegos con mi melliza que viendo a mi hermano jugar. Era zurdo, fuerte y rápido, características que le sirvieron para ser titular en el equipo, viajar con ellos y salir campeón en más de un país y goleador en Estados Unidos y Chile.
Era tan poco mi interés por el fútbol, que un domingo, mientras mi hermano jugaba, me eché en la línea lateral para ver el partido, o simplemente relajarme un poco, y me quedé dormido, literalmente en la línea lateral de la cancha. Mis papás bromeaban con sus amigos, uno de ellos Mandriotti, dueño del club. Otra anécdota en un partido fue cuando corría por la línea lateral, jugando a las “chapadas” claro está, y el árbitro corría también mirando hacia el otro lado, tremendo golpe recibí que tuvieron que parar el partido para auxiliarme.
Mi hermano siempre fue picón, más aún cuando perdía un partido o se fallaba un gol, desde los cinco años dormimos en el mismo cuarto, por lo que tenía que aguantar sus regañadas si es que dejaba algo tirado en el piso o molestaba en cierta forma, prefería no estar en mi cuarto. Claro que mientras crecía, más fuertes eran las puteadas.
Poco a poco me fue interesando el fútbol, cada fin de semana iba a los partidos para ver a mi hermano, se convirtió en algo cotidiano. Mis papás siempre estuvieron contentos cuando sus hijos practicaban deportes. Lo intentaron con el primero, Marco que ahora tiene 34 años, pero en plena práctica de fútbol, sacaba su cometa y hacía que vuele, no tocaba el balón. El segundo, Joao, mientras Marco volaba su cometa, él jugaba con la pelota, solo, en una esquina de la cancha.
Veía fútbol tras fútbol, mi hermano ponía los canales deportivos cada día en el cuarto, tenía los posters de la selección, de alianza y del muni, del cual es hincha a muerte. Cada navidad mis papás le regalaban pelotas, en el cuarto, nunca faltaba una. Cuando mis primos venían a la casa, Joao nos llevaba al parque a jugar fútbol, su agilidad y destreza con el balón hicieron del fútbol el gusto que me faltaba, siempre fui hiperactivo por así decirlo, siempre quise practicar algún deporte, mi hermano, con tantos años y camisetas puestas, me incentivó a hacerlo.
Años después, jugó por Zuñiga, Deportivo Municipal, Sporting Cristal, Alianza Lima, Sport Boys, y más. Una de mis memorias cuando mi hermano jugó contra Cristal a fines de los 90, cuando empecé a ser seguidor de los celestes, fue el encuentro que tuvo con un defensa, quien nunca lo pudo parar por su gran velocidad. Años después me contó mi hermano que aquel defensa al que volvió loco una tarde de fin de semana, era Alberto Rodriguez, defensa que ahora defiende la camiseta del Sporting Braga de Portugal.
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