Por: Fabrizzio Z.
Me quedé ronco, ya no podía mas con me alegría. Me sentía un mexicano mas en pleno estadio, rodeado de gente que compartía la misma alegría que yo sentía, solo que estaba en Perú y sentado en la comodidad de mi cama y completamente solo.
Desde pequeño siempre tuve influencia mexicana, aun cuando mi madre me lo prohibía, siempre encontraba la manera de ver el chavo del 8. Este programa lleva años ininterrumpidos en la televisión peruana, por lo que al final mi mamá sabia que tarde o temprano lo terminaría viendo. Se dio por vencida y 5 meses después de esa prohibición pude ver todos y cada uno de los capítulos de aquella vecindad, mas de 1 vez.
Me acuerdo que dentro de esta vecindad, siempre hubo diferencias y aquellas acerca del equipo de futbol al que le iba cada integrante de esa quinta también. Para mí solo existían equipos peruanos, hacía dos años atrás mi abuela me había hecho hincha del club de mis amores y ya sabía diferenciarlos a todos. Sin embargo, este programa de televisan me abrió la puerta a nuevos equipos.
Desde pequeño siempre tuve influencia mexicana, aun cuando mi madre me lo prohibía, siempre encontraba la manera de ver el chavo del 8. Este programa lleva años ininterrumpidos en la televisión peruana, por lo que al final mi mamá sabia que tarde o temprano lo terminaría viendo. Se dio por vencida y 5 meses después de esa prohibición pude ver todos y cada uno de los capítulos de aquella vecindad, mas de 1 vez.
Me acuerdo que dentro de esta vecindad, siempre hubo diferencias y aquellas acerca del equipo de futbol al que le iba cada integrante de esa quinta también. Para mí solo existían equipos peruanos, hacía dos años atrás mi abuela me había hecho hincha del club de mis amores y ya sabía diferenciarlos a todos. Sin embargo, este programa de televisan me abrió la puerta a nuevos equipos.
El ‘Chavo’ siempre soñaba con chutar al arco como Enrique Borges, meter los goles que su ídolo de repente no pudo. América entonces era el equipo que hacía que su juego con aquel inmenso balón, se volviera toda una experiencia. Don Ramón en momentos incómodos siempre decía que era macho y que le iba al Necaxa, se sabe que Ramón Valdés le iba a ese equipo y no dejaría que el famoso Ron Damon sea de alguno contrario. Su contraparte, aquel gordito bonachón, al que le debían siempre 14 meses de renta, el Sr. Barriga, le iba al Monterrey.
El profesor Jirafales si me generó dudas con su hinchaje. En unos capítulos alienta al América, mientras que en otro entona el himno de los Pumas de la UNAM. Geeks de El Chavo, también dudan. Dicen que le va al América pero que le guarda un cariño a la UNAM porque ahí estudio docencia. Sea como sea, precisamente este último equipo que me llamo la atención cuando chico. Pensar en un equipo de pumas solo se me hacia 'real' en la “Copa Zoológico”
Nunca le tome importancia hasta el 2008. A mis 18 años solo simpatizaba por cuatro equipos. Liverpool, Real Madrid, Fenerbahce y Alianza hacían vibrar mi garganta. Cuando vi un Pumas vs América supe que no había quinto malo.
Aquel partido me intereso en demasía, escuchaba aquellas porras que parecían de la época en la que mi abuela iba al estadio, literalmente. ‘Cachun cachun ra ra’ gritaba esa barra a las que yo veía como algo anticuada, sin embargo, todo el estadio gritaba a la misma vez.
Con el paso del tiempo, Enrique ‘El Perro’ Bermúdez se convertía en la voz que me llevaba 90 minutos de futbol a la semana. Esa voz gruesa y con frases exageradas como, “le salió un tiritito” o cuando grita “golazo azo azo azo” me parecían insoportables, finalmente lo termine por aceptar.
No fue hasta este año que sentí que por 90 minutos me trasladaba a la Ciudad Universitaria. Sentía que estaba en alguna butaca de aquel estadio, con un polo azul y dorado gritando “Goya! Goya! Universidad”.
Empecé siguiendo toda la campaña de este reciente Pumas campeón y cada fin de semana la gente creyó que un mexicano habitaba en la cuadra. Probablemente grite los goles de los Pumas, más de lo que he gritado un gol en largo tiempo.
Esa campaña fue suficiente para que me sintiera en el estadio, para que deje la garganta, para que explote de alegría, para que por 90 minutos deje de ser peruano, vuele mentalmente a Ciudad de México y me ponga a cantar las canciones del Tri.
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